miércoles, 25 de mayo de 2011

TIME

El tiempo. Nuestro amigo y nuestro enemigo. El que da la posibilidad de vivir, y el que te roba la vida.



El tiempo es artificial, no existe como tal; las personas lo hemos inventado para poder organizarnos y vivir en sociedad. Hemos creado un calendario, unas horas del día y unas de la noche, las semanas duran esto y los meses duran aquello, y el 31 de diciembre se acaba un año y con él una etapa.
También tenemos el tiempo personal, que es subjetivo, es de cada uno; ¿cuánto tiempo llevo aquí sentada estudiando? ¿Veinte horas? No, solo llevas cinco. Pero, ¿a que parecía que llevabas veinte? Ese tiempo traicionero que nada dura cuando estás sintiendo felicidad, y que es tan lento y doloroso cuando sufres. 
Al haber inventado los seres sociales el tiempo, deberíamos disponer de él como se nos antojara, controlarlo, debería ser nuestro. Pero todos sabemos que eso no es así. ¿De qué sirve tener todo el tiempo del mundo, si no tenemos tiempo para hacer nada?
Por último, hay un tiempo que, en realidad, sí existe: el tiempo de tu cuerpo. El tiempo pasa, tu cuerpo se resiente, cada día estamos más cerca de una muerte segura que no sabemos cuándo ocurrirá. Algunos saben que no les queda demasiado; otros creen que sí, que pueden seguir viviendo, y entonces... el tiempo del cuerpo se les acaba. Cruelmente tenemos un tiempo limitado, que la mayoría de nosotros no sabemos cuánto es, y tenemos que vivir en un tiempo artificial con sus quehaceres artificiales.
Detente, un momento, hazlo; ¿qué estás haciendo ahora, en qué consiste tu vida? ¿Qué ocurriría si nos detuviéramos a analizar en qué invertimos nuestro tiempo? ¿Realmente hacemos lo que deseamos, o por lo menos invertimos la mayoría de nuestro tiempo vital en ello? ¿Hasta qué punto están determinados nuestros actos por leyes sociales? Te levantas, vas a estudiar, vas a trabajar, comes, sigues trabajando o estudiando, estás en casa, haces lo que sea y duermes, o sales. ¿Eso es vida? ¿En ello invertimos nuestro limitado tiempo? ¿Cuántas oportunidades de ser felices hemos dejado pasar por hacer lo que pensábamos que queríamos o debíamos hacer? ¿Hasta qué punto lo que creemos que hacemos por gusto, lo hacemos por inercia, por obligación, por seguir la corriente de nuestra cultura? Y miro atrás en el tiempo, todo lo que no hice y pude haber hecho, y tengo miedo de seguir así, porque la sociedad no va a cambiar y la sociedad determina nuestras vidas. Me aterra perder otro tren.
La sensación es de constante incertidumbre. ¿Cómo dirigir nuestras vidas, qué camino coger? ¿Me arrepentiré después? Parece que tomar un camino será irreversible, y a veces, lo es. No sabemos qué hacer. No nacemos preparados, y la vida tampoco suele prepararte para ser quien quieres ser.

El maldito tiempo. Siempre hay tiempo para hacer tonterías, o para hacer lo que los demás esperan de ti, pero este mundo nos limita tanto que apenas disfrutamos de la vida.

Pero qué más da, si el fin último de vivir es morir, y cuando morimos, ya nos da igual lo que hayamos vivido o dejado de vivir.

Time, Pink Floyd


Viendo pasar los momentos
que componen un día monótono
Desperdicias y consumes las horas
de un modo indecoroso

Vagando de aquí para allá
por alguna parte de tu ciudad
a la espera de que alguien o algo
te muestre el camino

Cansado de tumbarte bajo el sol
y quedarte en casa mirando la lluvia
Eres joven y la vida es larga
y hoy hay tiempo que matar

Y entonces un día te das cuenta
de que tienes diez años más tras de ti
Nadie te dijo cuándo correr
llegaste tarde al disparo de salida

Y tú corres y corres para alcanzar al sol,
pero se está poniendo
y girando velozmente para de nuevo
elevarse por detrás de ti
El sol es el mismo de modo relativo,
pero tú eres más viejo
Tu respiración es más corta
y estás un día más cerca de la muerte

Cada año se hace más corto,
nunca pareces encontrar tiempo
Planes que se quedan en nada
o en media página de líneas garabateadas
Esperando en silenciosa desesperación
a la manera inglesa

El tiempo se ha ido
La canción se ha acabado
Pensaba que tendría algo más que decir.

Hogar, hogar otra vez
Me gusta estar ahí cuando puedo
Cuando llego a casa frío y cansado
Es bueno calentar mis huesos
junto al fuego


A lo lejos, a través del campo
El tañido de la campana de hierro
Llama a los fieles de rodillas
Para que escuchen con voz suave los hechizos mágicos.