Razones para no querer vivir:
Creer que estás solo o lo estarás.
Creer que nadie te quiere ni te querrá.
Creer que eres mala persona.
Creer que no mereces vivir.
Creer que nada tiene solución.
Razones para seguir viviendo:
Saber que puedes estar equivocado.
jueves, 2 de junio de 2011
Orfeo y Eurídice: del mito y su interpretación
Orfeo está casado con Eurídice, y están muy unidos. Un día, Eurídice está paseando por el río y el sátiro Aristío intenta violarla; ella escapa, y entonces una víbora le muerde el tobillo: el veneno la mata. Orfeo está desolado y decide ir al Hades: intenta devolverla del mundo de los muertos, y se hace valer de su arte con la lira. Encuentra a Caronte, y como no tiene con qué pagarle, le toca la lira y éste se siente pagado. Cérbero no le deja pasar, pero con la lira lo amansa. Hades le dice que no puede llevarse a Eurídice, pero Orfeo toca la lira, maravilla a Hades y le permite que se la lleve yendo ella detrás de él sin poder mirarla hasta que no estuvieran fuera del Hades. Hacen el camino de su vida. Orfeo, cuando ya está viendo la luz del exterior, empieza a dudar de si ha sido engañado, y se gira. Ahí está Eurídice (con Hermes, que acompaña a las almas). Hermes se la lleva, ellos se dicen adiós. Orfeo ya no puede volver al Hades.
Haciendo gala de mi gusto por la hermenéutica a la hora de ahondar en los mitos clásicos, creo que este trágico mito representa las oportunidades de la vida, y a la vez, lo efímero y frágil de ésta.
Orfeo pierde a Eurídice, pero no lo acepta, no siente la pérdida, y lucha pasando por diversas pruebas para conseguir lo que quiere, que es recuperar a su mujer. Cuando todavía no lo ha logrado, asalta en su corazón un pensamiento: "realmente he perdido a Eurídice, esto es un engaño". Se da la vuelta: mira hacia atrás. Eurídice se desvanece.
Representa claramente el acto de tratar de recuperar lo perdido: lo intentas una y otra vez, no lo estás consiguiendo, y te paras a pensar en ello, en que no has conseguido lo que querías. Lo asumes. Miras al pasado, todas tus acciones infructuosas. Y es en ese momento cuando te detienes. Y toda posibilidad se desvanece: ya lo has perdido de verdad, porque no vas a seguir intentándolo.
Si pudiera sacar una conclusión de esto, sería la siguiente:
El momento en que te das cuenta de que has perdido algo, es entonces cuando de verdad lo has perdido.
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